ahimsâpratist hâyâm tatsannidhau vairatyâgah
(Yoga Sûtra, II.35)
Ahimsa es el primero de los 5 yamas o actitudes éticas que Patanjali relaciona en el segundo libro de sus sutras.
La traducción más utilizada es «no-violencia».
El término ahimsa procede del sánscrito y se refiere a un concepto que aboga por la no violencia y el respeto a la vida. De esta forma, implica no solo no matar sino también no causar dolor físico ni emocional a cualquier ser vivo, ya sea a través de los pensamientos, las palabras o las acciones.
Patanjali se centraba más en plantear Ahimsa como una actitud de la mente, más que en lo que hacemos o decimos literalmente, siendo el suyo un enfoque más emocional y de gestión personal de pensamientos y emociones negativas que nos conducen a estados personales violentos. El entendimiento de lo expuesto por Patanjali pasa por aceptar que si bien la violencia puede aparecer, la misma se transforma en no-violencia cuando se hace consciente y presente, y con ello se conforma la actitud hacia los demás
Con el paso del tiempo este concepto se ha ido ampliando y no hace referencia únicamente a la violencia a los demás. Esto obedece a que hoy en día es un concepto muy conocido ya en occidente gracias a prácticas como la meditación y/o el yoga. Así, la principal práctica de no violencia es la que nos afecta a nosotros mismos, a través de actos, pensamientos y acciones propias, lo que implica la vigilancia y observación constante tanto de nuestra interacción con los demás como de todo lo que nos afecta a nosotros mismos.
Ahimsa comienza con nosotros, con lo que vemos, comemos, pensamos y/o hacemos. ¿Cómo nos dirigimos a nosotros mismos cuando p.e. cuando nos vemos en el espejo, o cuando pensamos en nuestra vida, o durante la práctica de yoga?
Ese juicio, en tantos casos destructivo -y seguramente inconsciente- que tenemos hacia nosotros o los demás, es en lo que pone el foco el Yama descrito por Patanjali, pues borrar esa conducta dañina nos reconduce por la senda del yoga, de la paz mental y la felicidad.
Afabilidad, amabilidad, cordialidad, dulzura, suavidad, ternura son algunos de las características de la no-violencia. También lo son comprensión, paz, diálogo, amor, comunicación, acuerdos, compasión y empatía.
Para mostrar respeto y no violencia hacia unos mismo es muy importante conocerse, saber de nuestras reacciones, de nuestras necesidades, de nuestro dialogo interno, además de por supuesto, atender a nuestro descanso y cuidado físico y mental, aceptándonos tal y como somos y poniendo nuestra energía solo en aquellas cosas que podemos cambiar o modular y que nos hacen mejores personas.
Así como en nuestra cotidianeidad, en la práctica del yoga nos encontramos con pequeños desafíos constantemente, que nos hacen ahondar en nuestro autoconocimiento:
- ¿cómo es mi diálogo interior cuando pierdo el equilibrio en una asana ?
- ¿cómo me hablo?
- ¿cómo me trato?
- ¿respeto los límites de mi cuerpo y mi respiración?
Desde mi punto de vista el mayor y más arduo camino de la no violencia pasa por el análisis y la compresión de todos y cada uno de los aspectos que nos violentan a nosotros mismos. Una vez que integramos la manera de no auto violentarnos, ese trabajo se proyecta fácilmente en la manera de tratar a los demás seres vivos.
Por supuesto existen muchas otras formas de entender la no violencia, y muchas más perspectivas, unas más extremas y otras más laxas.
Por ejemplo, los Jainistas – doctrina generada en la India que pregona una vía salvadora filosófica no centrada en el culto a ningún Dios- practican la no violencia hacia los seres vivos no comiendo carne ni pescado, pero tampoco verduras de raíz pues consideran que al arrancarlas de la tierra pierden vida muchos pequeños seres vivos.
Una postura más conservadora es la de aquellas personas que si bien comen carne de animales o pescado, lo hacen solo de aquellos seres vivos que no han sido tratados con violencia.
Es probable que nos resulte más fácil pensar, y en consecuencia evitar, la violencia física, pero por ello no debemos olvidar que existen otras variantes, como la violencia psicológica, o los abusos y/o malos tratos hacia humanos o animales, que son igual de destructivos.
El lenguaje puede ser también una herramienta dañina, si no se habla adecuadamente podemos infligir mucho daño a los demás. Qué decimos, cuándo o cómo lo decimos es muy importante cuando queremos tratar con respeto y amor a alguien.
En lo que se refiere a nosotros mismos los pensamientos negativos son mucho más poderosos que la agresión física, si bien esta última suele estar muy presente en nuestra práctica de asana sobre la esterilla, forzando nuestro cuerpo y llegando a discutir mentalmente con nosotros mismos para llevar al cuerpo más allá de lo que puede, añadiéndonos presión mental y seguramente frustración que solo nos traerá tristeza, retraso y limitación de la fluidez que el camino de tu práctica te quiera mostrar.
Swami Kriyananda, dice que “el verdadero significado de Ahimsa, es transformar el enemigo en un amigo, al recordar que el flujo de la vida corre por las venas de todos por igual.”
Por eso cuando entendemos que somos uno, y el sufrimiento del otro es nuestro sufrimiento, entendemos lo importante que es practicar la no violencia.
La foto de la portada es de mi pequeño Om, mi perrito. Siempre que recito el mantra “Lokah samastah sukhino bhavantu»*, la imagen de su tierna carita está en mi mente, y puedo sentir toda su ternura y amor.
* Lokah samastah sukhino bhavantu»: Que todos los seres sean felices y vivan en paz, y que pueda yo con mis pensamientos mis palabras y mis actos contribuir a esa felicidad y esa paz.
Namaste.
Qué pasada de texto.
Que interesante poder poner en práctica Ahimsa en nuestra vida cotidiana .
Gracias por compartir tanta sabiduría ?
Gracias por leer y comentar. Para mí es un gran regalo saber que puedo compartir todo lo que voy implementando en mi vida y me hace bien. En ese sentido la filosofía de vida que el yoga plantea es una bendición 🙏🏼. Un abrazo